ORIGEN del LIBRO


El origen del libro

 

          No conozco hogar en el que no haya un libro. A la hora de mirarlos, de tocarlos con las manos y pasar sus hojas, lo hacemos con una visión modelada por el presente siglo. No solemos preguntarnos por qué sus hojas son de papel y no de pergamino, o por qué se disponen de forma individual y no enrolladas en un eje de madera. Desde el momento que surgió el interés de trasmitir los conocimientos, y no solo de eso, sino también de perpetuarlos, el humano ha utilizado algún tipo de soporte perdurable donde plasmar sus conocimientos – en un principio económicos, después mitológicos, literarios e incluso cronísticos-. Sería un error ver esto solamente como una novedad técnica. El hecho de pensar en las generaciones venideras como principales receptoras del mensaje escrito fue un avance sin comparación en la cultura humana.

  

  

          Etimología–   Libro es una palabra que proviene del latín liber, parte interior de la corteza del árbol. Los romanos la usaban como materia prima para fabricarlos. Paralelamente, en la India se escribó en hojas de palmera, mientras los japoneses lo hacían en rollos.

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 Bullae, Ur, 3700 a.C

          Historia–     Los primeros testimonios de escritura los encontramos en el oriente fértil, concretamente en Mesopotamia. En torno al 3000 a.C. se datan las bullae, piedras o fragmento de piedras donde se plasmaban, a golpe de martillo y cuña, mensajes complejos, relacionados con la administración y economía. Sumerios, babilonios, asirios o hititas las usaron.

libro-de-los-muertos[1]Juicio de Osiris, papiro egipcio 2000 a.C.

           En torno al 2000.a.C. los egipcios ya escribían en soporte perdurable. El papiro se extraía de unas plantas acuáticas muy abundantes en las orillas del Nilo, por lo que no debe parecernos extraño su uso abundante en aquel territorio. Después de un elaborado proceso de desecación y prensado, se obtenía unas hojas flexibles que únicamente podían ser usadas por una cara. Era conocido en todo el mediterráneo oriental, pero hasta la época Helenística, entre el siglo IV-III a.C., no alcanzó su apogeo.

Planta papiroLa materia prima del papiro se extraía a orillas del río Nilo

          Debemos comprender que fue un producto bastante caro. En el siglo I d.C. la hoja de papiro costaba  unos 60 dólares de la actualidad. Esto en Egipto, imaginemos cuánto se pagaría para la importación a Europa o Asia Menor. La difusión y conservación de la cultura fue tarea casi imposible, no ya entre los alanos y los hunos, por ejemplo, sino entre los propios romanos -en época de Augusto el 90% de los habitantes de Roma no sabía leer y escribir, si bien practicaban prodigiosamente la transmisión oral. En los colegios solían trabajar con tablillas de cera reutilizable.

 184159cabra[1]La materia prima de los pergaminos era la piel de los animales

  

          Antes de nuestra era, surgiría un nuevo tipo de soporte de escritura. El pergamino se extraía de la piel de las reses muertas -vacas, ovejas-, y no de una fuente vegetal. Tras quitarles el vellón, tras un proceso de secado, se conseguía un soporte mucho más firme y duradero que el papiro. Bajo Roma nació algo muy parecido al libro actual, el codex membranei. En el Museo Británico podemos ver el ejemplar más antiguo conservado: De Bellis Macedonicis, concebido en su formato actual. El mismo poeta Marcial, en torno al 80 d.C.,  nos recomienda “comprar aquellos libros que se hacen ahora de hojas de tamaño que tu mano puede abarcar”.

pergamino[1]Aquí vemos las acciones del secado, al sol, y el alisado manual.

Era una tarea lenta y poco rentable.

  

          Es falso que se necesitaran miles de animales para hacer un libro. Las pieles solían estar en torno al medio metro cuadrado, lo que daba para unas doce hojas. Por tanto, un libro de unas cincuenta páginas requeriría entre diez y doce pieles. No obstante, todavía era mucho el gasto para tan poca producción.

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Resultado final del proceso. El pergamino está listo para ser usado.

            Papiro y pergamino convivieron durante largo tiempo, pero cuándo se separaron sus caminos. El papiro casi nunca duraba más de doscientos o trescientos años en buen estado, y quizá era algo más económico.  Algunos dicen que la expansión del cristianismo fue clave en la consolidación del códice. Hay que tener en cuenta que era una religión en crecimiento interesada en asentar su doctrina y difundir las Escrituras.

8a5a27e9d02df08d54419c801c275fd3[1] Manuscritos del mar Muerto o Rollos del Qumram, s. III-I a.C

  

          Aunque de un modo más simple, algunos musulmanes escribieron el Corán sobre paletas de cordero. De este modo era más fácil y segura su transmisión. Posteriormente, sobre todo en África, encontramos algunas suras y azoras del libro sagrado musulmán sobre osamentas de gacelas u otros animales autóctonos.

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Tablas coránicas somalíes sobre hueso

         La llegada del papel revolucionó la cultura del mundo. Su origen es oriental. Este invento se suele datar en el s.II d.C. y se le atribuye a Cai Lun, un eunuco de la corte del emperador chino Hedi. Sus primeros hallazgos  se sitúan en una torre abandonada de la Gran Muralla. Sin embargo, los expertos aseguran que el verdadero hacedor es un desconocido. Con anterioridad a esa fecha debían existir otros modelos más rudimentarios de papel, si bien quizá no se encontraron por su mala confección y el paso del tiempo.

  

180px-Cai-lun[1] Representacion figurada de Cai Lun

          Según Lucien Febvre y Henri-Jean Martin, análisis microscópicos muestran que para confeccionar el papel se tejían fibras de cáñamo,  en ocasiones mezcladas con lino. Pronto se percataron de que no era una superficie sólida sobre la que escribir. A estos paños los trataban con yeso, almidón o cola y luego lo dejaban secar. Así conseguían una pasta delgada y consistente.

Cai Lunl, Zhi, papel

“Zhi”, papel chino del siglo II d.C.; su creador fue Cai Lun

          Los primeros testimonios escritos denominan al papel chino zhi”.  Solo los libros más lujosos usaban seda. En cualquier caso, unas hojas se pegaban a otras hasta conformar largos tramos que se enrollaban en una vara, lo cual era un gran inconveniente a la hora de buscar cierta información. Para subsanar el problema los chinos dispusieron las hojas en forma de “remolino” y “mariposa”. De este modo se podía consultar cada hoja independientemente., muy similar a nuestros actuales libros. Este tipo de producciones se datan entre los siglos V y X. En el siglo VI ya se conocía el proceso de elaboración en los territorios actuales de Japón, Corea y Vietnam.

1159_cmc_image_1.jpg[1]Mapa de la ruta de la seda

        Los árabes no tardaron en copiar la técnica. En la batalla de Talas, en el 751, los musulmanes y chinos se enfrentaron por el dominio de Asia central. Ganaron los hijos de Alá. Fue entonces cuando conocieron el secreto del papel y lo traspasaron a occidente. El monopolio lo tuvo durante largo tiempo Samarcanda, sustituida posteriormente por Bagdad, Damasco y El Cairo. Algo comprensible, pues todas ellas eran importantes centros musulmanes, pero sobre todo puntos clave de la “Ruta de la Seda”. En el siglo XII ya se conocía en Al-Andalus y el reino de Aragón. En el siglo XIII se usaba en la Toscana. Este último dato es muy interesante. Son los años en que la industria lanera llega a su auge  en Florencia, se produce un espectacular  crecimiento de las ciudades y la consolidación de los burgueses-mercaderes que hacían sus operaciones y registraban el balance de sus negocios en libretos con tapas de piel y hojas de papel. Pero no olvidemos que hasta el siglo XI el papiro todavía se utilizaba en Europa occidental.

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El oficio del copista en los “scriptoria” no era tarea sencilla, pero aumentó con el auge universitario

          Hasta, por lo menos, el siglo X, todo el mundo, que sabía, escribía a mano. Es típica la imagen del monje benedictino o cluniacense copiando grandes libros becerro en el scriptorium de una gran biblioteca; tengamos en mente, por ejemplo, la de El nombre de la rosa. Y esta idea nos servirá de mucho pues es bastante fiel a la realidad en Europa. Debido a los elevados precios de los manuscritos los estudiantes no podían costearse copias de textos originales, por esto dependían tanto de la exposición de esos textos en las escuelas universitarias. Los exemplar nacieron a la luz de este problema. No reproducían libros enteros, sino fragmentos que poder estudiar por separado del libro en sí. Así se facilitó la amplia circulación de textos en el mundo universitario.

image008[1]  Texto chino en negativo sobre madera para la impresión de textos religiosos en el s. I d.C.

          El siguiente hito en la historia de los libros fue la imprenta. Nuevamente los chinos tomaron la delantera al Viejo Continente. Ya en el siglo I d.C. se documenta la costumbre de tallar los textos en negativo de madera para luego grabar textos religiosos, oraciones o retratos de Buda en papel. Este tipo de impresión parece haber surgido a orillas del río Yagtze (o río Amarillo), desde donde proliferó a los territorios adyacentes. En el año 932 Feng Dao propuso al emperador tallar una serie de “clásicos en piedra” para hacer copias con mayor rapidez y repartirlas por el reino.

Bi Sheng types. Los tipos móviles de Bi Sheng

 Los tipos móviles los inventó Bi Sheng entre el 1041-1048

 

           Más difícil fue la creación de los primeros tipos móviles. Hacia 1040, Bi Sheng intentó  su fabricación. Empleó una pasta blanda que luego endureció a fuego, pero no era tan consistente como el metal. La impresión mediante esta técnica estaba mucho más avanzada en Corea. Entre 1390 y 1400 el rey Sejong promulgó unos decretos que, aún hoy, nos parecen de lo más moderno: “Para gobernar bien es necesario difundir el conocimiento de las leyes […] Nuestro territorio es el más oriental de todos y los libros procedentes de China son escasos. Los bloques de madera se desgastan con facilidad y, además, es muy difícil grabar todos los libros del mundo. Quiero que se fabriquen caracteres de cobre para la imprenta […] Estos cargos correrán a cargo del Tesoro Real porque el pueblo no puede asumir los costos de obra semejante”.

 13-chinese-movable-type-two[1]Corea innovó en los tipos móviles y los hizo en cobre en el s.XV

         El éxito de estos grandes cambios en oriente fue mediocre. China no vio en la imprenta una revolución cultural, ni mucho menos. Para comprender este proceso es necesario recordar que no usan un sistema silábico, como el inglés o el alemán. En otras palabras, en los idiomas eslavos o románicos se combinan las sílabas para componer palabras, mientras que en el “mandarín” la expresión de ideas se hace de modo separado mediante diferentes ideogramas, que a su vez pueden tener significados dispares dependiendo de la entonación aplicada. La complejidad del idioma era tal que no fue rentable la impresión por esta vía.

507728950_31e5ffb8d9[1]Tipos móviles. Su combinación facilitaba la rápida reproducción de los inaccesibles originales

          Aquí es donde Europa entra en la historia del libro con paso firme. El “descubrimiento” de la imprenta en Occidente fue posible gracias a tres innovaciones: la prensa, el metal fundido y la tinta grasa. Que Johannes Gensfleish, más conocido como Gutenberg, imprimiera la Biblia hacia 1447, no debe parecernos algo novedoso.

Gutenberg_2[1]Grabado de Gutenberg en la imprenta, 1447

          En realidad ya se conocían los rudimentos de la imprenta. Los orfebres realizaban sellos para adornar las cubiertas de los libros, los fundidores usaban punzones para gravar con relieve la heráldica en los escudos y en las cecas reales ya se acuñaba moneda en moldes con símbolos en negativo desde hacía mucho tiempo. Solo hacía falta juntar las diferentes disciplinas y métodos de fabricación para dar el gran salto. Así  los primeros tipos móviles europeos fueron una aleación de plomo y estaño.

20070717klphisuni_169_Ies_SCO[1]Imprenta alemana del renacimiento, s.XVI

          En 1500 solo doce países conocían el secreto de los “tipos móviles”, y ya habían sido impresos cuarenta mil ediciones de libros.  Vanoccio Viringuccio ya cita la “fundición de tipos” en su obra Pirotechnia, en 1540. A mediados de 1550 la “nueva tecnología” había llegado a América. Los libros dejaron de ser artículos de lujo. Los lectores querían llevarlos consigo en sus viajes, por lo que se imprimieron en cuartillas y octavillas; algo así como el “libro de bolsillo” actual.

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          Desde aquí hasta el siglo XXI el camino ha sido más o menos azaroso. Importante impulso fue del que gozó en pleno siglo XVIII, con los reyes ilustrados, quienes intentaron aplicar, más en la teoría que en la práctica, políticas para culturizar al pueblo. Hoy día, solo en España, se publican más de 60.000 títulos al año. Internet y las nuevas tecnologías, nuevamente asiáticas, han permitido la venta al público de “libros electrónicos” donde archivar millares de textos que poder llevar a todas partes con nosotros.

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Libros electrónicos de última generación, s.XXI

          Gracias a este invento, la cultura se difundió rápidamente entre la población. Aunque es la norma más general, no es acertado creer que solo estaba al alcance de las élites. Existían una serie de libros baratos para las clases bajas, aunque era iniciativa inútil si tenemos en cuenta que más del 80-90% de la población, grosso modo, no sabía leer. Además, el libro conoció, hasta no hace más de medio siglo, la estricta censura, no solo de la Inquisición o la Iglesia, sino de las cúpulas de poder dictatoriales de algunos países, como Portugal, España o Argentina. Incluso hoy, en China o Afganistán, se prohíbe el acceso a una larga serie de textos políticos o sexuales. Pero la censura ha hecho más atrayentes las obras prohibidas, como las de Lutero o Marx, por citar dos ejemplos conocidos. La instauración del Index librorum prohibitorum o “índice de libros prohibidos”, promulgada por Pablo IV en 1559, fue la primera de las muchas restricciones sufridas en el ámbito de la cultura. Afortunadamente, casi todas estas historias forman parte del pasado.

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Índice de libros prohibidos, promulgado por el Papa Pablo IV en 1564,

un año después de finalizar el Concilio de Trento

P:    desde “Historiadoreshistéricos” queremos rendir, con este pequeño artículo, un humilde tributo a este gran amigo que desde siempre y hasta siempre nos acompañará en nuestra formación y nos guiará en la vida.

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